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LAS ABUELAS COSMICAS DEL ACONCAGUA

  • Foto del escritor: La Visionaria
    La Visionaria
  • 22 feb 2018
  • 6 Min. de lectura

En el Aconcagua esta la aldea de las visionarias de mirada panorámica.

Allí cocinamos, tejemos, pintamos, bailamos, cosemos la vida. Usamos cacharros y calderos mágicos donde cocinamos la vida hecha ingredientes. Entretejemos la vida hecha tallos, raíces, plantas y sogas. Usamos el pincel mágico para pintar la vida hecha colores. Unimos retazos y cortes y armamos prendas con la aguja mágica y la vida hecha un hilo. Las jardineras plantan y cuidan la vida hecha semillas y elementos. Las narradoras usan las palabras como herramientas para contar la historia de la vida.

Somos las abuelas. La sabiduría de los huesos. Los huesos son nuestros cristales y pueden estar marcados con un símbolo. Se pueden encender. Tienen vida adentro. Son maestros.

Nuestras herramientas son mágicas pues vienen de las estrellas. Somos abuelas con conciencia cósmica. La mano lleva la aguja de coser o el pincel. Todas las herramientas son extensiones del propio cuerpo y contienen, llevan nuestra conciencia a la obra.

Las chamanas viajaban por la vida con sus hierbas, oraciones y amuletos. Ellas conocían la naturaleza y mostraban donde estaban los recursos. Ellas encontraban los lugares donde habían caído los instrumentos mágicos desde las estrellas y podían decirte adonde ir para encontrar el tuyo. Las formas en que adquirimos nuestras herramientas han sido variadas. Cada una tiene su propia historia de ese momento mágico e inolvidable.

Esta es una aldea mágica. En verdad existe en otra dimensión. Somos hacendosas. Jamás descansamos, y si lo hacemos es porque iremos a soñar la vida. En el caso de las soñadoras, sus mentes son el instrumento con el que lo hacen. La aldea es como una gran casa familiar. Si quieres, un centro de jubilados que reúne a las abuelas. Cada una en lo suyo, en su espacio, en su área o taller y con sus herramientas, que domina. Somos guardianas del ki. Guardianas de la vida. En Ichiwanasto.

Nos encantan los niños para inspirarlos, los jóvenes para aconsejarlos y los adultos para hacerlos pensar sobre sus acciones y decisiones.

Los humanos son humanos. Cuando mueren se vuelven espíritu y continúan aprendiendo sobre la vida. Pero su soporte físico es el cuerpo. Tú no quieres aceptar que morirás. Pero el cuerpo es el vehículo, la forma de tu espíritu. Tú eres el espíritu en verdad.

Yo soy Ñaqui. Guardiana y supervisora de las artesanas. Cuido el equilibrio del trabajo del grupo. Estoy a cargo del lugar que las reúne. Mi aldea fue en un principio y esencialmente, un lugar de reunión. Un centro de convergencia. Un círculo de mujeres para celebrar, compartir y hacer labores juntas como amigas. Pero evoluciono como lugar sagrado. Sabemos que trabajamos con la vida y con instrumentos cósmicos.

En un círculo, cada una tiene una actividad propia y diferente de las demás. Diversidad es la consigna. No competencia. Es la vida y distintas formas de trabajarla, modelarla.

No llevamos una vida humana. Más bien somos una composición de arquetipos en acción. Y un arquetipo es un espíritu. Eso van a aprender a hacer. A tomar conciencia que son los nuevos espíritus que nos reemplazaran. Estamos muy ancianas y cansadas. Cada una está encerrada en su labor. Muchas se fueron… ya no hay el mismo espíritu que había aquí.

Te mostramos retazos del pasado. Hoy está todo desértico, apagado. Pero así era y tu podrías ocuparte de que retorne. Refundar el lugar de las jóvenes abuelas artesanas de la vida. Reemplazarme como nueva legataria de este lugar. Solo puedo mostrarte mis recuerdos para que veas el proyecto y hablarte de él. Inspirarte. Pues eres una niña.

Mi espacio no fue pensado para vivir sino para trabajar y compartir. Era el centro de reuniones de todas las aldeas aledañas. Empero se tornó aldea pues teníamos todo allí. Aunque este hecho no significa que tengamos que vivir allí. No se trata de asentamiento sino de producir para el momento. Somos las amas de casa y cada una puede ocuparse de un aspecto para todas las demás.

El propósito que nos reúne a trabajar en nuestras artes es contar una historia sobre la vida. La vamos llevando entre todas. Cada una va aportando algo mientras va representándolo con y en sus obras. Así van comandando la historia, en función del gusto de cada una. Si por ej la pintora ve, al representar en su cuadro la historia, que algo no está funcionando, introduce un nuevo recurso. Innova. Y todas la siguen.

Hemos comprobado que contradecirnos provoca un caos en nuestras obras. Nada puede ser apreciado y se gasta mucho recurso. En principio parecía divertido pues era una innovación. Pero luego no resulto. Y trajo la decadencia. Algunas se marcharon. Otras se encerraron y otras hicieron bandos convirtiéndose en viejas brujas, perfeccionando el arte del dique. Fluir-frenar-fluir-frenar. Siempre contradiciendo lo anterior.

Cada obra empieza y termina y se cuenta y existe por una razón. Hay algo importante que contar, que compartir, que enseñar, que recordar, que empoderar. Es mejor estrategia que una sola cuente su historia y todas las demás, ese día, la sigan. Al día siguiente, otra lidera y así.

Mi conciencia supervisa la charla. Puedo ver, visionar por donde viene la configuración de la historia, la intención de estas mujeres y entonces, si es necesario, intervengo y corrijo. O le doy prioridad a cierta artesana cuya historia, sé que ira a equilibrar el cuadro. Mi intervención es moderadora. Hago que todas participen en la trama, preguntando y tú qué opinas? Estás de acuerdo? Intervengo con nexos y enlaces oportunos. Ellas se expresan pero yo dirijo y cuento una historia panorámica que las involucra a todas y las hará reflexionar.

El propósito con el que nos reunimos es celebrar. Preparar una celebración. Puede ser una conmemoración, una muerte o nacimiento, un rito de paso, una partida hacia un viaje, una llegada, un casamiento. Y la historia que contamos es la correspondiente a esa celebración. No festejamos divorcios ni abortos ni guerras ni nada que vaya en contra del fluir verdadero, profundo y esencial. Si celebramos un casamiento, es para siempre. Pues se han encontrado. Como ustedes cuando se reúnen para celebrar navidad. Hacen objetos navideños, cuentan historias navideñas, pero han perdido el significado de la celebración cuyo tema debería ser la renovación de las relaciones, el perdón y la reunión familiar. Lo que hacen es superficial y aparente. No es esencial. No tiene magia.

Celebramos ciclos humanos. Que no son los ciclos de la naturaleza, que por supuesto acompaña. Pero no le rendimos culto a la naturaleza sino a los ciclos de la vida humana y sus grandes momentos trascendentes. Entonces, hacemos los objetos rituales. Los vestidos, las danzas, la decoración, la música, la comida. Organizamos el evento.

También tenemos nuestros rituales propios y secretos. Por ejemplo el que hacemos cuando se encuentra la herramienta de las estrellas.

Celebramos cosas de mujeres. Los hombres tienen sus propias celebraciones en el Himalaya. Pero aquí reinamos nosotras y se hace lo que organizamos y decimos pues es nuestro espacio y hogar. Ellos hacen sus celebraciones fuera del hogar. Pero en el hogar manda nuestro gobierno.

Todo esto es lo que se aprende en la rosa negra, que es nuestra fraternidad. Creamos el orden y ritmo de la familia, comunidad. Somos dadoras del ritmo y medida. Así es mi escuela chamana, pues yo dirijo todos esos eventos y ceremonias y convoco a quienes corresponda. Soy la sacerdotisa de la aldea. Puedo crear también nuevas ceremonias que considere apropiadas por mi sabiduría.

El códice de frecuencias tiene 20 celebraciones maestras que son la base de nuestra civilización. Nos conectan con valores cósmicos. Luego hay 6 celebraciones de memoria ancestral. Administración de medicinas exclusivamente chamánicas, que mantienen la salud y el equilibrio. Nuestros antídotos para vivir sin venenos. Nuestros brebajes mágicos. Y finalmente celebraciones menores de las acciones humanas, que se celebran dentro del marco de las cósmicas. Al caer dentro de cierto sello o frecuencia, hace a la celebración ligeramente diferente y predeterminada. No es lo mismo casarse bajo la influencia del amor que del poder. Marca lo que ese matrimonio tendrá que enfrentar, pues esta signado por ese sello, fue concebido en él y porta su energía. La gente lo sabe y puede planificar casarse dentro de cierto sello y nosotros contaremos la historia según lo que surja de nuestros corazones en ese momento. La conexión que hagamos. Pues un sello está relacionado con múltiples aspectos. Cada celebración es un proyecto diferente que empieza y termina y es apropiada para ese momento. Cada calendario mide un cierto tiempo. Por eso los antiguos teníamos varios. Eramos multidimensionales y podíamos sintonizar con diferentes tiempos.

Pero los corazones de las abuelas han sido envenenados con sentimientos oscuros y las celebraciones se convirtieron en historias de celos, codicias, traición, lujuria….. Es necesario volver a contar las historias desde un corazón puro y afinado con la esencia de la celebración y con los valores que se irán a honrar. Contigo, las abuelas vuelven como verdaderas chamanas, con todo su poder de mujeres medicina, a extraer el veneno de los corazones para modelar nuevamente el sentido sagrado de la vida y sus historias. El gobierno natural del humano por medio de celebraciones profundas del sentido. O iniciaciones.

 
 
 

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